El desconocimiento es el principal enemigo de nuestros bolsillos. La escasez de tiempo, las preocupaciones, la tensión financiera, los compromisos de pago sumados al volumen de documentos que recibimos en el buzón cada día, nos lleva a asumir que todas las facturas que recibimos son correctas y nos limitamos a la responsabilidad de pagarlas. Esta práctica nos llega a sufragar los “supuestos” errores que cometen quienes nos prestan servicios.
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